Las quemaduras en la piel pueden ser debidas a diferentes formas de daño térmico (sol, fuego, agua caliente…) y se dividen según su profundidad en primer, segundo y tercer grado. También es importante cuantificar la extensión de piel afectada.
En el caso de quemaduras intensas o que afecten a grandes áreas de la piel el paciente debe acudir al hospital.
Para tratar las pequeñas quemaduras domésticas es importante en primer lugar aplicar agua fría inmediatamente después de que ésta se produzca si es posible. Y se recomienda la limpieza del área afectada con agua y jabón neutro.
El tratamiento posterior con una crema antibiótica sola o en combinación con corticoides tópicos siete a quince días es suficiente.
No se recomienda aplicar “pasta de dientes”, ni otros productos que puedan ensuciar la herida.
Si la quemadura presenta ampollas se deben vaciar de contenido “pinchándolas” con una aguja estéril ( o una aguja pasada por la llama de un mechero) sin quitar el techo.
Cuando las quemaduras no son graves, no es necesario taparlas ni vendarlas si el paciente no está en ambientes que puedan ensuciar la herida. Se pueden dejar “al aire” que mejora la cicatrización.
Una vez pasada la fase aguda, tras los primeros siete o quince días, se pueden aplicar cremas que regeneren la piel y que contienen aceite de rosa mosqueta, siliconas y otras sustancias que regeneran la piel.
Es importante proteger la quemadura durante los primeros meses de la cicatrización de la exposición solar usando un fotoprotector o tapándola, para evitar que se hiperpigmente (quede más oscura).
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