Escrito por Marlenys Ferreras
La agresión infantil se manifiesta de múltiples maneras en distintos lugares, y uno que no está exento es la escuela. Allí suelen ser abusados por otros niños y por los maestros, quienes tienen la responsabilidad de educar y cuidar la integridad física y emocional de cada alumno como segundos padres, pero en ocasiones olvida su papel y actúan como verdugos.
En los grupos donde se desenvuelven e interactúan los niños, es común encontrar unos más agresivos. Los planteles son lugares donde frecuentemente se dan esos casos, los más grandes y de carácter más fuerte, agreden a los de comportamiento más sumiso.
Han ocurrido casos de pequeños que han lastimado de forma brutal a otros compañeros de clases, de igual forma lo han hecho profesores como modo de reprimenda.
Generación tras generación, los adultos utilizan inapropiados mecanismos para reprender a los pequeños tras cualquier error. Muchos son abusados en las aulas de manera física y verbal y permanecen callados porque también son amenazados para que no lo denuncien.
“La profe nos retorcía las orejas o nos pegaba con la mano a mí y a mis otros compañeros cuando hacíamos bulla, si hacíamos la tarea mal o por cualquier cosa que a ella no le gustaba” así se expresa Luis Junior Pérez, un pequeño de 12 años.
Ese tipo de casos es muy frecuente en las escuelas públicas. Un estudio realizado por la organización de desarrollo comunitario Plan República Dominicana (PlanRD) arrojó que más del 30% del estudiantado sufre maltrato en los centros de estudios y más del seis por ciento de los docentes admitió que usa el castigo físico con sus alumnos.
“A veces es preciso castigarlos para que entiendan, tampoco hay que excederse, pero a los muchachos hay que ponerles mano dura para enderezarlos. Uno les habla de buena forma y no prestan atención”, afirma María Luisa Matos, maestra de educación básica.
Muchos son los educadores que reflexionan de esa manera, piensan que al hacer uso de la fuerza o de expresiones pueden lograr mejores resultados en el aprendizaje o para conseguir el respeto de los infantes.
Existen casos en los que algunos niños se quejan de la situación con los padres y estos por temor a que los profesores que en un determinado momento los agreden, puedan actuar en venganza optan por callar.
“Hay padres que se atemorizan en esas circunstancias, pero la verdad es que nadie tiene derecho a maltratar a nadie y menor si se trata de un menor de edad. En una ocasión mi hija de 8 años me dijo que la maestra le había halado los cabellos porque se había peleado con otra en el curso, inmediatamente fui a hablar con ella y con la directora porque no se justifica ese tipo de acción. Para corregir no hay que abusar”, señala Mayra Hernández, madre de dos niñas.
Es bien sabido que la violencia en todas sus manifestaciones, en lugar de enmendar, tiene consecuencias negativas. En el caso de los pequeños, afecta de manera directa el buen desenvolvimiento físico y sicológico y se vuelven también individuos violentos y con baja autoestima.
“Un niño abusado puede desarrollar fácilmente un perfil de adulto abusador y con baja autoestima que es una de las características principales de las personas agresivas”, explica Elizabeth Santana, especialista en conducta infantil.
La profesional exhorta tanto a los maestros en las escuelas como a los padres en los hogares a tener comprensión sobre el comportamiento de los pequeños y a tener paciencia para que la violencia no continúe arropando a la sociedad.
Cortesia del www.clickdemipais.com
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