Escrito por Marlenys Ferreras
Con frecuencia algunos padres se quejan del comportamiento agresivo de sus hijos pequeños y de la dificulta de no saber manejar esas manifestaciones de rebeldía que muestran tantos en el hogar como en los otros lugares donde se desenvuelven.
“Ese tipo de conducta es totalmente normal en niños en edad de entre uno y los tres años”, explica Milagros Rodríguez Paula, sicóloga infantil y resalta que a pesar de ser algo natural, los padres deben permanecer vigilantes, ya que la agresividad es una perturbación que de no ser manejada adecuadamente en un periodo temprano,más adelante podría presentar serios inconvenientes.
Uno de los motivos por los que los infantes actúan de ese modo es que a esa edad experimentan el deseo de ser independientes y al no estar completamente desarrolladas sus destrezas le puede crear frustración y debido a que en esa etapa de la vida no son capaces de autocontrolar sus acciones, reaccionan impetuosamente.
Entre otros que pueden influir están factores nutricionales, hormonales y socioculturales.
“Hay dos elementos de suma importancia que intervienen e impulsan a la agresividad, uno es la familia y el otro es el ambiente en el que viven”, acentuó la especialista.
Para los infantes que comienzan a moldear su personalidad, familia es el principal patrón de conducta.
“Está confirmado que el tipo de disciplina que una familia aplica en sus hijos, será el responsable por su comportamiento, si un padre o una madre persistentemente coacciona y castiga violentamente, incitan a que los pequeños actúen con coraje. De igual modo influye el tipo de relación que tengan los adultos de la casa y el entorno donde residen”
Las reacciones y señales más comunes que revelan una manera violenta son de carácter físico y emocional, los niños tienden a golpear, morder, empujar o a utilizar un lenguaje y tono de voz poco apropiados.
Para Santa Gonzales, una maestra de preescolar a quien diariamente le toca trabajan con un grupo de 25 pequeños de dos a tres años, le es sencillo lidiar con ese tipo de casos.
“Todos son diferentes, unos son más calmados otros son más activos, pero en ciertos momentos hasta los más tranquilos suelen irritarse y mostrarse desobedientes, pelean unos con otros, lloran, pero eso es habitual entre ellos, lo que hay que tener es mucha paciencia y sobre todo aprender a tratarlos”.
Para enfrentar el problema, la terapeuta Rodríguez Paula recomienda algunas pautas tanto para los progenitores como a los profesores y las personas que se encargan de su cuidado, mantener la calma es vital. Si le gritas o le pegas, en lugar de detenerlo, lograrás encolerizarlo más y darle más ejemplos de cómo ser agresivo. Si, por el contario, el prestar atención en cómo te controlas tú, ése será el primer paso para que aprenda a manejar su propio temperamento.
Aclárale que existen límites. Hazle entender de inmediato que ha hecho algo malo, no esperes a que lo haga dos o tres veces para reprimirlo Apártalo de esa situación conflictiva y castígalo dejándolo solo por unos minutos. En esa etapa, un minuto o dos son suficientes.
Enséñale que tiene que pedir perdón luego de haberle hecho daño a alguien. Las primeras veces, lo hará por obligación y no con sinceridad, pero poco a poco aprenderá elsignificado.
Dosifica el tiempo y supervisalo que ven en la televisión. Ciertos programas infantiles, contienen escenas de hechos violentos que aunque parezcan divertidas podrían resultar perturbantes.
Cortesia www.clickdemipais.com
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