martes, 1 de mayo de 2012

Fallece Tomás Borge, último sobreviviente fundador Sandinista

Tomás Borge Martínez, el último sobreviviente de los fundadores del movimiento guerrillero Sandinista que derrocó a la dictadura de Anastacio Somoza apoyada por Estados Unidos en 1979, falleció. Tenía 81 años. En la imagen del 9 de julio de 2004, Borge, entonces vicesecretario del Frente Sandinista de Liberación Nacional, conversa durante una entrevista en Managua. (Foto AP/Esteban Félix)
Tomás Borge Martínez, el último sobreviviente de los fundadores del movimiento guerrillero 
MANAGUA (AP) — Tomás Borge Martínez era el último sobreviviente de los fundadores del movimiento guerrillero Sandinista que derrocó a la dictadura de Anastacio Somoza, apoyada por Estados Unidos en 1979. Tenía 81 años.


 Borge era un fogoso orador, con una personalidad combativa y gran admirador de los gobiernos comunistas de Cuba y Corea del Norte.
Tomás Borge Martínez, el último sobreviviente de los fundadores del movimiento guerrillero Sandinista que derrocó a la dictadura de Anastacio Somoza apoyada por Estados Unidos en 1979, falleció. Tenía 81 años. En la imagen del 4 de marzo de 1986, Borge, entonces ministro del Interior, pronuncia un discurso durante la inauguración de la escuela pública Augusto César Sandino en Río de Janeiro, Brasil. (Foto AP/Altamiro Nunes) Su papel fue clave tanto en el derrocamiento de Anastasio Somoza Debayle como en el establecimiento de una junta y a continuación de la elección del gobierno Sandinista. Fue el centro de los ataques de los rebeldes conocidos como "contras" por el gobierno de Ronald Reagan. Nacido en el seno de una familia pobre el 13 de agosto de 1930 en Matagalpa, al norte de la capital, Borges abandonó la universidad antes de recibirse y se dedicó a la lucha contra la odiada dinastía de los Somoza, que gobernó Nicaragua casi como propiedad suya desde 1937 hasta su derrocamiento por los sandinistas en julio de 1979. Borges, que había sido encarcelado dos veces por la dinastía brutal de los Somoza, fue acusado de violaciones de los derechos humanos como el poderoso ministro del Interior del gobierno sandinista de 1979-1990. Desde un edificio de seis pisos que llevaba en su fachada la consigna de "Centinela de la felicidad del pueblo", controlaba la policía, la agencia de migración, el servicio penitenciario e incluso los bomberos, y usaba sus poderes casi irrestrictos para perseguir a los enemigos de los sandinistas en la prensa, la Iglesia católica y la empresa privada. "Para una buena parte de los representantes de la Revolución Nicaragüense, Tomás Borge buscó encarnar la corriente libre y el carácter original del movimiento.
 Pronunció los mejores discursos, tuvo los gestos más grandes y disfrutó del contraste entre su personalidad legendaria y el Ortega introvertido y carente de gracia. Grandioso e impredecible, Borge podía ser severo por un lado y extremadamente generoso por otra. Era un buen amigo de sus amigos, dijo a la AP la escritora y ex militante sandinista Gioconda Belli. 
Agregó que después de 1990, "tengo la sensación de que él renunció a sus ilusiones revolucionarias. Su lealtad a Ortega fue pragmática y buscó salvaguardar su supervivencia política y económica. Ortega le dio la dimensión de símbolo revolucionario e hizo que se convirtiera en una sombra de sí mismo. Terminó como una figura tragicómica. Quienes conocimos su mejor lado lo recordaremos siempre".
 La liberación de un encarcelado Borge en 1978 fue la que llevó a los sandinistas a una de sus acciones más conocida y temeraria: la ocupación del Palacio Nacional y la toma de los legisladores como rehenes.
La acción ejecutada en agosto aceleró la ofensiva sandinista que detonó en enero de 1978 con el asesinato del periodista opositor Pedro Joaquín Chamorro, ejecutado por supuestos sicarios somocistas. 
En una entrevista concedida a La Prensa en años recientes, Borge se lamentó que solamente se le asociara con sus errores y no se valoraran algunos de sus hechos. 
"Nadie reconoce que yo fundé las cárceles de régimen abierto, donde los prisioneros estaban sin custodia y sin reja. 
Nadie reconoce que yo fundé la cárcel de La Esperanza, de mujeres. Nadie lo reconoce. Nadie lo recuerda. Sólo recuerdan nuestros errores que cometimos, como haber establecido la censura de prensa, que a estas alturas creo que fue un error", dijo. Borge —de pelo corto y ralo y orejas grandes— justificaba que muchas de las acciones que se le atribuyen "eran mandatos" de la Dirección Nacional del Frente Sandinista, integrada por nueve comandantes, entre ellos él.
 "Yo no podía por mi propia cuenta tomar decisiones", alegó. Indios miskito en la costa del Caribe lo acusaron de organizar el desplazamiento y matanza de los acusados de realizar actividades antisandinistas, dijo Marcos Carmona, presidente de la Comisión Permanente de Derechos Humanos. 
También fue acusado de ordenar la matanza de 37 opositores encarcelados en la ciudad de Granada durante el primer período presidencial de Daniel Ortega, un cargo que siempre rechazó. 
Defensor acérrimo del Frente Sandinista y de Ortega, quien regresó al poder en 2007 y fue reelegido en 2011, Borge escribió una vez que era "inconcebible la posibilidad del retorno de la derecha". Antes de las elecciones de 2011 juró que los sandinistas continuarían en el poder "para siempre". 
En 1956, Borge fue encarcelado y acusado de participar en una conspiración que culminó con el asesinato del entonces dictador Anastasio Somoza García por el poeta Rigoberto López Pérez. Pudo fugarse y se refugió sucesivamente en Honduras, El Salvador y Costa Rica. Regresó a Nicaragua en 1961, y junto con Carlos Fonseca Amador y otros fundó el Frente Sandinista de Liberación Nacional, llamado en honor a Augusto César Sandino, quien combatió la invasión estadounidense de Nicaragua en los años 30. Como ministro del Interior del primer gobierno sandinista, Borge fue acusado de expulsar y acosar a sacerdotes a los que acusó de tomar partido por la Contra. Impuso una estricta censura de prensa y clausuró varios medios. 
También se le acusó de enriquecerse en la llamada "Piñata Sandinista", cuando funcionarios del Frente que abandonaban el gobierno se apropiaron de propiedades públicas.
 En su libro La Revolución Perdida, el poeta Ernesto Cardenal criticó a los principales lideres sandinistas de haberse convertido en ese período "de revolucionarios en millonarios". En su época se crearon los Consejos de Defensa Sandinista que eran "ojos y oídos de la revolución", equivalentes a los actuales Consejos del Poder Ciudadano que dirige actualmente Rosario Murillo, secretaria de Comunicación y Ciudadanía del gobierno y esposa del presidente Ortega. 
Para demostrar su capacidad fisica y que una laguna del centro de Managua ya no estaba contaminada se metió en ella a nadar, pero fue a parar a un hospital. 
El último cargo que ejerció fue el de embajador en Perú. Le sobreviven su segunda esposa y cuatro hijos.

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