A pocos días de que Estados Unidos vote a un nuevo presidente, ambos candidatos están haciendo un frenético esfuerzo para obtener ventaja en una peleada recta final.
El huracán Sandy ha obligado a cambiar su itinerario, pero después de meses en campaña, ambos candidatos se están exigiendo al límite.Imagínese esta situación: ha dormido sólo cuatro horas en las últimas cinco noches, quizá sólo ha tenido cuatro días libres en los últimos dos meses, ha estado en diez estados en los últimos 30 días, y se acerca una noche en vela, o varias, durante el último esfuerzo.
Eso es más o menos lo que un candidato presidencial enfrenta a esta altura.
Además, hay que contemplar la presión constante de estar bajo el escrutinio público, presentándose ante enormes multitudes, y el dolor en el brazo por estrechar miles de manos.
“Vamos a pasar la noche en vela.
Sin dormir”, dijo el presidente Obama al comenzar la gira denominada “48 horas de vuelo, gran maratón”, que lo llevó a nada menos que seis estados de “batalla”, además de Los Ángeles para participar en un programa de TV y a Chicago para emitir su voto anticipado.
Entre tanto, Romney saltó de Colorado a Nevada y a Iowa, antes de embarcarse en un bus multi-paradas por uno de los estados más indecisos: Ohio.
Los calendarios están enloquecidos, y las rutas parecen un plato de spaghetti.
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