Setenta y cinco años después de 'Blancanieves y los siete enanitos', los dibujos animados ya no tienen tabúes ni fronteras y toman en serio a los niños |
AFP Setenta y cinco años después de 'Blancanieves y los siete enanitos', los dibujos animados ya no tienen tabúes ni fronteras y toman en serio a los niños. Ahora hay otros héroes que hacen las delicias de pequeños y mayores: una princesa rebelde o un niñito africano en lucha contra los prejuicios.
"Desde Walt Disney y sus historias, que evitaban los temas serios, hemos cambiado de planeta y de siglo", explica Michel Ocelot, el padre de 'Kiriku', un niñito africano nacido en 1998 en el cine, cuyas aventuras permitieron dar "un giro", según los profesiones consultados por la AFP.
En 40 años, "hemos pasado de los dibujos artesanos pintados a mano a las imágenes digitales, en 3D, con un ritmo de producción acelerado; la hegemonía de los estudios Disney cayó", recalca Frédéric Nagorny, profesor de animación.
La gran diferencia, añade Ocelot, es que "ya no se cree sistemáticamente que los niños son imbéciles.
A diferencia de las tradicionales historias para niños, los dibujos animados actuales toman en serio a los pequeños , presentando historias del mundo real |
Cuando hay princesas, como 'Rebelde' (de Mark Andrews, Brenda Chapman, 2012, Disney/Pixar), éstas ya no dicen 'amén'".
"Se ríe y se sueña mucho, pero las historias integran (el mundo) real en cuentos modernos.
Se puede contar todo, lo que va bien, pero también lo que va mal", analiza Marguerite Abouet, autora del cómic 'Aya de Yopougon', que cuenta las andanzas de una joven marfileña.
"Incluso en Disney se acabaron las historias para 'niñitos buenos'. Se habla de medio ambiente, de la independencia de las niñas. Era inconcebible hace tan sólo unos años", insiste Ocelot.
De 'Toy story' a 'Lorax', o de 'Shrek' a 'Kirikou', por ejemplo, los héroes se parecen al ciudadano de a pie. Juguetes, animales, monstruos, niños, adolescentes o ancianos... los protagonistas de hoy en día "tienen problemas como todo el mundo, intentan vivir con los demás, que a menudo son los malos (padres, vecinos, colegio). Uno se identifica con ellos", añade Abouet.
Kirikou, un niño negro, chiquitín, ágil y desnudo, vive en una aldea africana imaginaria. Su bondad y su gran inteligencia le permiten ayudar a los habitantes.
Pero no sólo eso. La primera historia 'Kirikou y la bruja' (1998) -cuenta Michel Ocelot- "está basada en la violación colectiva de una joven".
"Comienza con gran dureza pero hago un cuento más bien tranquilizador. Hablo de por qué la gente es mala, del perdón, de no tragarse cualquier explicación.
En el último episodio ('Kirikou y los hombres y las mujeres'), que salió en octubre, abordo el racismo, y Karaba (la bruja) se desmorona, ya no soporta su soledad".
Incluso cuando hay superhéroes, algo frecuente en Estados Unidos, "se les ridiculiza", sostiene Nagorny.
De ahí el éxito mundial de 'Shrek' o de las 'Cinco leyendas' del estudio DreamWorks. Papá Noel, tatuado, cuenta en su equipo con un conejo de Pascuas armado con un bumerán y huevos explosivos.
En 'Ernesto y Celestina', unos dibujos animados en acuarela, un oso marginal, músico y payaso, conoce a una ratoncita que sueña con ser pintora o dibujante, pese a estar predestinada a ser dentista.
Y el "vivieron felices y comieron perdices" se ha convertido más bien en "se casaron, tuvieron hijos, se divorciaron, se interesaron por otras personas e intentaron vivir en un mundo que avanza muy rápido", concluye con ironía Abouet.
Setenta y cinco años después de 'Blancanieves y los siete enanitos', los dibujos animados ya no tienen tabúes ni fronteras y toman en serio a los niños. Ahora hay otros héroes que hacen las delicias de pequeños y mayores: una princesa rebelde o un niñito africano en lucha contra los prejuicios.
A diferencia de las tradicionales historias para niños, los dibujos animados actuales toman en serio a los pequeños, presentando historias del mundo real.
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