Madrid, 18 ago (EFE).- El papa Benedicto XVI llevó hoy a Madrid un mensaje de esperanza para los jóvenes, y éstos le han pagado el gesto con el primer baño de multitudes que el pontífice se ha dado en su primera visita a la capital española y la tercera a España.
Cientos de miles de peregrinos y ciudadanos quisieron aproximarse hasta el pontífice para expresarle su afecto y su cariño, primero en el aeropuerto, luego en los trayectos que hizo a bordo del papamóvil por las calles de Madrid y finalmente en la Puerta de Alcalá y en la popular plaza de Cibeles.
Allí, el papa recibió la llave de la ciudad y con ella entró simbólicamente en la capital acompañado por medio centenar de jóvenes de los cinco continentes.
Después se trasladó a Cibeles, donde los miles de jóvenes que participan en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) le dieron "oficialmente" la bienvenida, en el que ha sido el primer gran acto multitudinario de los que están programados.
La ciudad se tiñó de blanco y amarillo -los colores vaticanos-, y las pancartas, los globos, las serpentinas y las flores engalanaron los jardines, las calles y los puentes en los que se concentraron las decenas de miles de peregrinos que abarrotan la ciudad desde el el pasado lunes
Los ya populares "Sí, sí, sí, el papa ya está aquí", "Ésta es la juventud del papa", o "Somos adictos a Benedicto" fueron los cánticos más repetidos y recurrentes a lo largo de la jornada, marcada por las altas temperaturas, que motivaron que bomberos y voluntarios de la JMJ hayan "regado" a los peregrinos.
De hecho, el propio papa fue "víctima directa" del sol, puesto que el escenario desde el que presidió la ceremonia estaba orientado de frente a su ocaso, aunque en previsión la organización había instalado un pulverizador de agua y el pontífice fue protegido por un gran paraguas.
El primer contacto del papa con los peregrinos -tras la ceremonia en el aeropuerto donde hubo una representación de 2.000 jóvenes- fue durante el trayecto hasta la Nunciatura, su residencia hasta el próximo domingo y donde descansó hoy durante varias horas.
Los miles de peregrinos llegados de todo el mundo protagonizaron han protagonizado escenas de júbilo y de entusiasmo, pero también de emoción.
Otros no estuvieron tan ilusionados con la llegada de Benedicto XVI, como Nieves, una voluntaria de Cáritas y creyente que opinó que con el dinero que ha costado la JMJ el papa debería irse "al cuerno. De África", precisó.
En su segundo recorrido en el "papamóvil", ya con las ventanillas bajadas para sentir y oír el fervor de la gente, el papa se dirigió a la Puerta de Alcalá, donde aguardaban durante horas, miles de personas.
De hecho, numerosos peregrinos se agolpaban en las inmediaciones de Cibeles, ocupando las principales vías aledañas.
Fuera del eje central, dos pantallas gigantes congregaban a infinidad de personas que no dudaron en sentarse en la calzada para seguir la ceremonia.
El saludo de los jóvenes que en representación de los cinco continentes ofrecieron presentes al papa fue seguido en silencio por los asistentes, que estallaron en gritos cuando el pontífice finalmente se dirigió a ellos saludándoles en varios idiomas.
"Es muy emocionante ver al papa, pero todo es en español y no entendemos; resulta aburrido", explicó Yosio, un joven de Tokio que se hospeda en una casa particular junto con siete compatriotas.
En ese momento, el Santo Padre anunció la lectura del Evangelio y como una marea, todos los jóvenes se pusieron en pie en absoluto silencio.
Tras la alocución de Benedicto XVI en la que alentó a los jóvenes a no sucumbir a la tentación de "sentirse dioses", la ceremonia concluyó con la interpretación de la Salve en latín, que fue la señal que miles de jóvenes utilizaron para salir corriendo para volver a ver pasar el "papamóvil" en su recorrido de regreso a la Nunciatura. EFE
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