
El seísmo tuvo apenas una profundidad de 4,7 kilómetros.
"Fue increíblemente violento", dijo un auditor que llamó a la Radio New Zealand.
"Toda el agua de mi fuente de aves saltó fuera y pude oír cómo se caía todo dentro de mi casa. Cuando entré, el gato salió corriendo por la puerta, los adornos estaban por el suelo, los contenidos de la despensa estaban tirados en el suelo, había unos pocos vidrios rotos y marcos de fotografías tirados", agregó.
Christchurch, la tercera mayor ciudad de Nueva Zelanda, se recupera de un terremoto de magnitud 6,3 en el que murieron unas 180 personas en febrero y provocó daños estimados en 15.000 millones de dólares neozelandeses.
Radio New Zealand dijo que los centros comerciales y edificios de oficinas habían sido evacuados y que la electricidad se había cortado en algunos distritos. Los productos se habían caído de las repisas de algunas tiendas.
Un temblor de menor intensidad estremeció Christchurch en septiembre del año pasado.
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